Los marinos han llegado

por Bob Peterson

(Traducido de ingles por Floralba Vivas)

En la penuria del ataque terrorista del 11 de septiembre, una ola de horror y patriotismo barrió los Estados Unidos. Virtualmente todas las personas están de acuerdo en que aquellos que practican el terrorismo en contra de personas inocentes deben ser ajusticiados. Sin embargo, lo que es más difícil para los norteamericanos es darse cuenta de que los intereses de nuestra seguridad, y la búsqueda de un mundo más justo, pueden beneficiarse con una visión crítica a la política exterior de los Estados Unidos, una política que ha generado resentimiento en muchas partes del mundo.

Woody Guthrie cantaba que “algunos te robarán con una pistola, otros con una pluma fuente.” Hay un número de organizaciones de “pluma fuente” como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Pero las armas fueron el medio favorito de los colonizadores para dividir el mundo entre naciones ricas y naciones pobres. Y estas armas han sido – y todavía continúan siendo utilizadas – para reforzar la desigualdad global, y para aplastar los caminos alternativos hacia el desarrollo económico.

Los británicos utilizaron la fuerza militar en la India y alrededor de Africa, los españoles a lo largo de las Américas, los franceses en Algeria e Indochina, los portugueses en Angola y Mozambique y los holandeses en las Indias occidentales. A través de la historia de la humanidad, los imperios y naciones han utilizado la fuerza militar para lograr sus objetivos. En realidad, los libros de texto de historia tienden a enfocarse en, aún a romantizar, las hazañas militares de los diferentes períodos históricos.

Usualmente se deja de lado en esos libros una evaluación crítica de cómo los Estados Unidos ha usado -y continúa usando – intervenciones militares para controlar otros territorios y personas por los intereses económicos de sus clases dominantes. Como presidente, George Washington ordenó a su armada que quemara y destruyera las villas de nativos americanos en Nueva York. Desde esa época virtualmente cada presidente de los Estados Unidos ha ordenado que el ejército intervenga en por lo menos un país o territorio extranjero. Es una historia triste, usualmente olvidada.

Las intervenciones que los Estados Unidos ha hecho han sido usualmente descritas en los libros de texto desde la perspectiva de los políticos norteamericanos quienes ordenaron la intervención. En 1846, por ejemplo, los Estados Unidos invadió a México y después de la guerra subsecuente, forzaron a México a “vender” casi la mitad de su territorio a los Estados Unidos. Los mapas de los textos escolares ratifican esta conquista con términos sanitarizados como “cesión mexicana.” En los Estados Unidos hubo una oposición significativa a esa guerra desde pacifistas como Henry Thoureau hasta los soldados irlandeses-americanos quienes, asqueados por el trato brutal que el ejército norteamericano daba a los mexicanos, se amotinaron y se unieron al bando mexicano como la Brigada de San Patricio. Esta parte de la historia pasa desapercibida en los libros de texto.

La guerra entre España y América marcó un punto culminante para la polítca exterior de los Estados Unidos. Los Estados Unidos fue reconocido como una potencia mundial y actuó como tal. Los grandes negocios y el gobierno se han aliado al usar el ejército para hacer un mundo seguro para el comercio de los Estados Unidos.

El presidente Wilson explicó, “Nuestras industrias se han expandido a tal punto que se reventarían si no pudieran encontrar una salida libre a los mercados mundiales.”

El ejército de los Estados Unidos ocupó países como Haití y Nicaragua por décadas. En 1911, por ejemplo, Nicaragua falló en el pago de su deuda a las compañías norteamericanas. El presidente Taft envió a los marinos. Años después el presidente Wilson envió a los marinos a la República Dominicana y a Haití. Las tropas se quedaron en Haití por 19 años y mataron un estimado de 78,000 personas. El presidente Wilson remarcó que “los Estados Unidos se vió envuelto en una lucha para exigir las fortunas ecomómicas del mundo.” En 1914 él ordenó a las tropas tomar el puerto mexicano de Veracruz mientras los patriotas mexicanos como Pancho Villa peleaban para ayudar a los desposeídos y los pobres.

Pocos años después, los Estados Unidos unió sus fuerzas con otros 14 países para invadir la recientemente establecida Unión Soviética después de la revolución de 1917. Aún con la triste evolución de la Unión Soviética a una dictadura, muchas personas democráticas alrededor del mundo vieron a la revolución como una forma de democracia social que traería una mayor igualdad. Los Estados Unidos y otras potencias europeas no querían que otras formas de gobierno alternativas no capitalistas tuvieran éxito, ya que estaban temerosos de que se les ocurrieran ideas similares a las personas trabajadoras en sus propios países y alrededor del mundo. (Esta no fue una idea tan descabellada ya que 1917 fue un año de grandes logros electorales para los partidos socialistas a través de los Estados Unidos.) El secretario de estado de los Estados Unidos, Robert Lansing defendió la intervención, al decir que los revolucionarios rusos buscaban “hacer que la masa dominante en la tierra fueran los ignorantes e incapacitados” y que esto era atractivo a “una clase en particular y no a todas las clases de la sociedad, una clase que no tenía propiedades pero que esperaba obtener su parte por un proceso de gobierno en vez de a través su propio emprendimiento. Esto es, por supuesto, una amenaza directa a los órdenes sociales existentes en todos los países.”

Fue después de la Segunda Guerra Mundial, con la disminución de poder de los viejos poderes coloniales ingleses y franceses, que las actividades de intervención de los Estados Unidos incrementaron dramáticamente. Richard Barnet del Instituto de Estudios Políticos estima que desde la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos ha intervenido en el exterior un promedio de una vez cada seis meses -ya sea abiertamente, con tropas militares o bajo cubierta con la Agencia Central de Inteligencia – para derrocar o constituir gobiernos en los países tercermundistas. La lista de la temporada más notable: Irán, en 1953; Guatemala, en 1954; Líbano, en 1958; Cuba, en 1961; Guyana, en 1962; Brasil, en 1964; La República Dominicana, en 1965; Vietnam, 1960-1975; Laos, 1971-1973; Cambodia, 1969-1975; Chile, en 1973; Nicaragua, 1981-1990; El Salvador, 1982-1990; Grenada, en 1983. Y esta es solamente la cima de una montaña de intervenciones.

Ciertamente la intervención más importante de los Estados Unidos en la última mitad del siglo fue Vietnam. Los Estados Unidos comenzó su involucramiento al parcializarse con los franceses (quienes habían colonizado Vietnam en la mitad del siglo XIX) y aquellos vietnamitas quienes habían colaborado con Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Estas fuerzas se oponían a Ho Chi Ming (el líder más prominente promotor de la independencia para Vietnam) y sus seguidores, aunque los vietnamitas habían trabajado con las fuerzas aliadas. Ho Chi Ming, quien encabezaba el Partido Comunista Indochino, y después el nacionalista Viet Ming, había escrito numerosas cartas al Presidente Truman y al Departamento de Estado pidiendo la ayuda de América para obtener la independencia vietnamita de los franceses y para encontrar una solución pacífica para su país. Ho Chi Ming basó la nueva declaración vietnamita de independencia en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, comenzando con “Todos los hombres son creados de igual manera. Ellos han sido investidos por el Creador con ciertos derechos inalienables…” Pero esto contó con muy poco en Washington. Todos los esfuerzos de Ho fueron ignorados. Para 1954, los Estados Unidos pagaba más del 75% del esfuerzo francés para reconquistar a Vietnam.

Años después, el Presidente Eisenhower admitió que “si se hubieran sometido a elecciones durante los tiempos de lucha, posiblemente el 80% de la población hubiera votado por el comunista Ho Chi Ming.” Pero los políticos de los Estados Unidos descontaron el sentimiento popular por la independencia y estaban asustados por los programas radicales de justicia social de los comunistas vietnamitas. Los Estados Unidos envió consejeros militares en 1960 y más de medio millón de tropas para oponerse a la independencia vietnamita. Se lanzaron más toneladas de bombas en Vietnam que todas las toneladas que lanzaron las tropas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial. También se utilizaron cantidades masivas de deshojadores químicos y bombas antipersonales – pequeños aparatos explosivos designados para matar y lisiar personas pero no las propiedades. Veintitrés años depués, y después de casi 3 millones de muertes, los Estados Unidos sacó sus fuerzas militares de Vietnam.

¿Por qué arriesgaría los Estados Unidos tantas vidas, arriesgar el medio ambiente, y despilfarrar tanto dinero? De la manera más simple, Vietnam era una amenaza a un buen ejemplo. En las palabras de la economista británica Joan Robinson, la guerra de los Estados Unidos contra Vietnam era “una campaña en contra del desarrollo.” Como ella señala, los Estados Unidos ha utilizado la fuerza para “tratar de suprimir cualquier movimiento popular que trate de sobreponerse a la pobreza y establecer un auto-respeto nacional.” Por esa razón la “Guerra de Vietnam” va más allá de ser acerca de Vietnam. Estaba dirigida también a otros movimientos sociales alrededor del mundo que pudieran buscar liberar a sus países del sistema de capitalismo global que rezaga a los países pobres a suplir materia prima y mano de obra barata.

En los primeros dominios coloniales europeos, el racismo justificaba la brutalidad e impedía que los invasores pensaran que sociedades independientes pudieran ser manejadas por personas de color. Este fue también el caso de Vietnam. Esta es la explicación del comandante de las fuerzas norteamericanas en Vietnam, General William Westmoreland, de por qué está bien matar tantos vietnamitas: “Bueno, los orientales no ponen tan alto precio a la vida como lo hacen los occidentales. Hay mucha vida; la vida es barata en el oriente. Tal y como la filosofía oriental expresa, la vida no es importante.”

UN EXTENSO ARSENAL

Bajo la excusa de defender un “mundo libre,” la política exterior de los Estados Unidos ha consistido de una doble cara: hostilidad hacia la dictadura de los países del bloque soviético, pero también la amistad y millones de dólares en ayuda para respaldar los regímenes derechistas como la España de Franco, Sur Africa y su partido divisivo, el Sha de Irán, y los regímenes militares de Brasil.

Algunas veces las intervenciones de los Estados Unidos han sido al descubierto – bautizadas con discursos y percusión patriótica. Algunas veces han sido cubiertas – con agentes de la CIA o la intervención de la inteligencia militar en la política de otras naciones a través del espionaje, ayuda financiera a grupos reaccionarios, y operaciones militares cubiertas como sabotaje, asesinato de líderes, y provisión de armas a las fuerzas rebeldes.

Estos métodos fueron particularmente efectivos en Irán en 1953, justo cuando los países del Medio Oriente estaban comenzando a reconocer sus propias reservas petroleras. En 1953 el primer ministro iraní, Mossadegh fue derrocado en una operación conjunta entre los Estados Unidos e Inglaterra. Mossadegh había sido electo a su posición por una gran mayoría del parlamento, pero él cometió el error de apoyar el movimiento para nacionalizar una compañía petrolera, propiedad de los ingleses, la única compañía petrolera que existía en Irán. Los ingleses y norteamericanos apoyaron el golpe de estado, restituyeron al Sha de Irán al poder absoluto y comenzó un período de 25 años de represión y tortura. La industria petrolera fue restaurada a una posesión extranjera, aunque la proporción después del golpe fue de 40% para las corporaciones inglesas e igual para las norteamericanas y 20% para las corporaciones de otros países.

Los Estados Unidos también otorgó millones de dólares para sabotear y derrocar la democracia socialista de Salvador Allende en Chile en los años 70.

Otro intento cubierto – aunque menos famoso- ha sido el muy bien documentado esfuerzo de la CIA de matar al presidente cubano Fidel Castro. La CIA hizo todo lo posible, desde contratar francotiradores, poner explosivos en los cigarros de Castro, hasta envenenar sus bebidas. Estas acciones se utilizaron aunque está en contra de la política de los Estados Unidos el que una agencia gubernamental intente asesinar a un líder de otro gobierno.

Para algunos ciudadanos norteamericanos, es muy difícil ver cómo los ideales democráticos representados en nuestra Declaración de Independencia son contradichos por este tipo de política exterior.

Pero hay patrones que pueden verse claramente al estudiar la historia de las intervenciones norteamericanas. Al verse bajo presión, los políticos norteamericanos utilizan el tema de “libertad.” Pero son las intervenciones de los Estados Unidos las que han instalado y mantenido muchos tiranos, desde Diem en Vietnam hasta Somoza en Nicaragua para que esto sea verdad.

Este asunto es acerca de un tipo diferente de libertad: la “libertad” de las corporaciones multinacionales de instalarse en cualquier país que ellas decidan, extraer materia prima barata, contratar trabajadores a bajo precio, y vender sus productos, sin importar las consecuencias de las industrias domésticas.

Como Joan Robinson nota, también es acerca de asegurarse de que no haya una sociedad que tenga la oportunidad de organizarse alrededor de las necesidades humanas en vez de alrededor del beneficio privado. Por años Cuba tenía mejores cuidados de salud, vivienda y educación para sus habitantes que los demás países latinoamericanos; esto fue una amenaza a la idea de que las sociedades pueden “desarrollarse” solamente a través de posesiones privadas. Si un país tan pequeño como Cuba puede reducir la pobreza tan dramáticamente a pesar de la campaña orquestada por los Estados Unidos de un aislamiento económico y político ¿qué podría hacer un país más grande y rico como Brasil o Argentina?

Al “repensar la globalización” estamos tentados a ver las desigualdades globales, pobreza, y destrucción ambiental principalmente causadas por factores económicos: los programas de ajuste del Fondo Monetario Internacional, las restricciones de producción y venta de medicamentos que pueden salvar vidas sancionadas por la Organización Mundial de Libre Comercio; el esparcimiento de los principios del libre comercio; el alcance de los tentáculos de la publicidad; y la explotación de los trabajadores de países del tercer mundo en fábricas de explotación laboral realizada por las corporaciones transnacionales.

Las intervenciones militares han pavimentado el camino para la penetración económica. Como el amedrentador del vecindario quien de manera regular castiga a sus compañeros más débiles, después de un tiempo él puede suavizarse: Todos saben de lo que es capaz para imponer su voluntad. Estados Unidos es un amedrentador, y las naciones del tercer mundo y los movimientos sociales entienden lo que arriesgan si deciden desafiar sus mandatos.

Amedrentadores o no, necesitamos enfocarnos en hacer el “vecindario” – el mundo – más justo. Para las personas de bien en este país la pregunta es: ¿Qué debemos hacer cuando una tercera parte de la población mundial vive en la pobreza, cuando de acuerdo con la UNICEF cerca de 33,000 niños y niñas mueren diariamente a causa de enfermedades relacionadas con la desnutrición?

Algo erróneo existe en cuanto a cómo han sido distribuidos los recursos mundiales. Algo está mal con la estructura de la economía mundial. ¿Qué podemos hacer para ayudar a resolver estos problemas, no hacerlos peor? ¿Cómo podemos ayudar a crear un clima político en nuestro propio país para que los movimientos sociales alrededor del mundo puedan seguir caminos alternativos para el desarrollo sin que sean atacados? Dada la larga historia de las intervenciones militares, las personas que viven en los Estados Unidos deben urgentemente confrontar estas preguntas.

Bob Peterson enseña quinto grado en La Escuela Fratney en Milwaukee, Wisconsin y es un editor de Rethinking Schools.

Last Updated Fall 2004