Enseñando en la era de Trump
Illustrator: Susan Simensky Bietila
Repensando las escuelas nació en la era de Reagan. Celebramos nuestro décimo tercer aniversario en la era de Trump.
Sabemos algo acerca de mantenernos esperanzados durante los tiempos difíciles. Hace tres décadas, en nuestro primer editorial, escribimos “No nos lamentemos, organicémonos”, tomando prestado el consejo del gran trovador de los trabajadores Joe Hill.
Si ha existido algún tiempo en el que necesitábamos acatar este consejo, éste es ese tiempo. Sin embargo, no es tan claro cómo seguir exactamente estas palabras en este momento histórico.
Necesitamos apoyarnos en todo lo que hemos aprendido acerca de la resistencia y la enseñanza para la justicia social a lo largo de los años aunque, como educadores, sabemos que siempre tenemos algo que aprender. Esta es una razón por la cual continuamos publicando Repensando las Escuelas y para invitar a nuestros lectores a proponer historias acerca de sus propias experiencias en la enseñanza y en sus escuelas — como una manera en la que los educadores y activistas puedan informarse e inspirarse los unos a los otros y para alinear nuestro trabajo con los jóvenes que comparten nuestras mismas aspiraciones a una sociedad mejor y más justa.
Al ser una comunidad multi-generacional, los editores y contribuidores de Repensando las Escuelas construimos nuestro entendimiento compartido del mundo y compromiso con la justicia social en los movimientos de los Derechos Civiles, en contra de la Guerra estadounidense en Vietnam, y por la liberación de la mujer en los 1960 y 1970. Continuamos aprendiendo de las luchas en contra de la intervención de Estados Unidos en Centroamérica; y de los movimientos anti-segregación, LGBT, anti guerra
de Iraq y anti globalización. Más recientemente, los movimientos de Black Lives Matter, justicia climática, derechos de los inmigrantes y la Lucha por $15 han inspirado a un mayor número de educadores a intercalar asuntos de justicia social en sus salones de clase y a identificarse con Repensando las Escuelas.
Ahora estamos frente a Trump — y la galera de corruptos racistas, billonarios, islamfobos, misóginos, y privatizadores quienes lo aconsejan y le sirven. Para hacer la situación aún peor, a nivel federal y en docenas de estados, los republicanos de la extrema derecha controlan los poderes legislativo, ejecutivo y algunas veces, el judicial. Aún más, la historia y contradicciones del Partido Democrático solamente enfatizan lo mucho que los movimientos sociales independientes necesitarán liderar la resistencia.
En su discurso inaugural, Trump dejó claro lo que él pensaba de las escuelas públicas. Él se quejó de las “matanzas” que han plagado la nación y dio como ejemplo “un sistema educativo inyectado con dinero
pero que deja a nuestros jóvenes y hermosos estudiantes privados de todo conocimiento”. Y ahora tiene a Betsy DeVos como su secretaria de educación, una persona enteramente privilegiada quien ha pasado su carrera socavando y privatizando las escuelas públicas — y promoviendo charlatanerías educativas como su Neurocore “centros de rendimiento del cerebro”.
Bajo estas circunstancias, no solamente tenemos que ser educadores de la justicia social más eficientes sino también guardianes de la seguridad
de nuestros estudiantes y de la salud fundamental de la educación pública. Aún más, tenemos que encontrar el tiempo de organizarnos con otros y participar en los crecientes movimientos de resistencia a Trump y a todos los aspectos de su agenda.
A medida que reflexionamos sobre nuestros 30 años de publicación de Repensando las Escuelas y de nuestro trabajo por la justicia social, nos gustara compartir algunas lecciones cosechadas de este trabajo.
Construyamos salones de justicia social. Hemos abogado por la belleza
y fortaleza de aquellos salones de clase que prefiguran aspectos del tipo de sociedad en la que nos gustaría vivir. Hemos promovido prácticas motivadoras basadas en la teoría liberadora de Paulo Freire y otros. Las características de un salón de clases de justicia social que describimos en Repensando nuestros salones de clase todavía animan nuestro trabajo y publicaciones. Nuestra enseñanza debe alentar a los estudiantes a hacer preguntas críticas sobre nuestro mundo. Debe apreciar el activismo y las luchas; y también la bondad, alegría y cooperación — un currículo de empata que construye destrezas académicas esenciales y un entendimiento poderoso. Es hora de tener audacia en nuestro trabajo, no timidez. Puede que Trump sea el presidente pero no es el presidente de nuestros salones de clase.
Hagamos de nuestras escuelas invernaderos de la democracia. La enseñanza de la justicia social en un salón de clases aislado es difícil de sostener. La enseñanza más exitosa tiene lugar donde las escuelas enteras están comprometidas con esta pedagoga crítica y participativa. En contraste con las declaraciones fortachonas de Trump, “yo solo puedo arreglarlo”, nuestras escuelas deben promulgar la democracia al ser gobernadas de una manera colaborativa con una participación significativa de los estudiantes, personal, familias y padres. Dadas las incertidumbres polticas que se están desarrollando, la creación de las escuelas de la comunidad como centros de renacimiento y resistencia — anclas de la esperanza de nuestras comunidades — será una manera importante de luchar contra la agenda de Trump.
Promovamos la solidaridad para enfrentar el racismo y la xenofobia. El asalto de Trump a los inmigrantes y refugiados y la deshumanización de las personas de color, están basadas en patrones históricos de la supremacía blanca, hostilidad hacia los inmigrantes y la demonización del “otro”, diseñadas para provocar el miedo. El primer libro que publicamos fue Repensando a Colón, el cual ofreció a los educadores y activistas las herramientas para poner de cabeza al mito de El Descubrimiento de América de Colón, y mirar a estos eventos desde el punto de vista de las personas que estaban aquí primero. La publicación inicial de Repensando a Colón, en 1991, fue de 30.000 copias, las cuales se vendieron en tres semanas; y la publicación ha vendido ya más de un cuarto de millón de copias. Esta respuesta nos demostró que hay muchos educadores que, como nosotros, estaban hartos y cansados de un currículo que alababa la supremacía blanca.
El movimiento Black Lives Matter y otras luchas de larga duración por la justicia establecen el contexto para la resistencia a estos ataques anti-refugiados y anti-inmigrantes de esta administración. En este momento los educadores y las escuelas tienen la gran responsabilidad de asegurarse de que, no solamente los estudiantes están protegidos del acoso y hostigamiento, sino de que también actuemos solidariamente con aquellos estudiantes y familias quienes se enfrentan a la deportación.
Luchemos contra el sexismo, heterosexismo y transfobia. El sexismo y la misoginia desplegada por nuestro cuadragésimo quinto presidente nos ha dejado sin aliento. El que millones de personas puedan haber votado por él — no obstante, no una mayoría — enfatiza la importancia del trabajo de la educación sobre la discriminación de género. Especialmente comenzando con el trabajo para nuestro libro reciente, Repensando el sexismo, género y la sexualidad, en el cual hemos buscado proveer una visión de lo que los educadores están haciendo — y pueden hacer — para luchar por la igualdad de género y de la mujer. Las enormes marchas organizadas por las mujeres el día después de la inauguración de Trump demostraron el poder del liderazgo de las mujeres e impulsaron la resistencia que será necesaria para desafiar la agenda de Trump.
Coloquemos a los niños primero, no los datos. Las políticas manejadas por las pruebas de las administraciones de Bush y Obama estrecharon el currículo y le colocaron una camisa de fuerza a la pedagogía. La amenaza ahora es que una administración que es profundamente hostil a todas las cosas públicas duplicará las polticas de prueba-y-castigo que comenzaron seriamente con Que Ningún Niño Se Quede Atrás (No Child Left Behind), pero continuaron aún con mayor entusiasmo con Obama y Duncan. Siempre hemos sostenido que la mejor defensa para las escuelas públicas es transformarlas — repensar nuestros salones y nuestras escuelas, de manera que genuinamente satisfagan las necesidades de las comunidades a quienes sirven. Sin embargo, a medida que trabajamos para mejorar las escuelas publicas, necesitamos continuar oponiéndonos al uso de pruebas estandarizadas para desacreditar y desfinanciar a las escuelas. Las escuelas públicas necesitan más fondos, no menos, y necesitamos continuar luchando por ellos.
Luchemos en contra de la privatización de los bienes comunes. En 1988, solo dos años después de comenzar Repensando las Escuelas, hicimos una advertencia acerca de los peligros de la privatización de las escuelas. Milwaukee, donde comenzó Repensando las Escuelas, es el hogar del primer programa de voucher en la nación, con la mayor cantidad de fondos públicos para un programa de escuelas religiosas privadas, el cual ha recibido cerca de dos billones de dólares en fondos públicos. Esto es un robo, simple y sencillo. A lo largo del planeta, este ataque a los “bienes comunes” — todo lo que se necesita para el bien público, especialmente las escuelas — está esparcido. El nombramiento de Betsy DeVos como secretaria de educación y la promesa de Trump de verter 20 billones de dólares en el programa privado de voucher indica el aumento de ataques a medida que los fanáticos religiosos y charlatanes a favor de la privatización a nivel local y estatal están envalentonados. Debemos continuar defendiendo la promesa de las escuelas públicas, a medida que trabajamos para asegurarnos de que éstas satisfacen las necesidades de los estudiantes.
Construyamos una solidaridad internacional. Más que nunca, los educadores necesitan pensar de manera internacional. La toma de poder de Trump es paralela a los movimientos de discriminación racial, neofascistas que están aumentando su poder en Europa — incluida Marine Le Pen en Francia, Golden Dawn en Grecia y Geert Wilders en Holanda. Este fenómeno internacional es el chivo expiatorio del “otro” para continuar los siglos de privilegio del norte “blanco” sobre el sur en general.
La gran demostración que hubo alrededor del mundo después de la inauguración de Trump fue una señal alentadora de que más y más personas fuera de Estados Unidos reconocen la necesidad de oponerse a las crecientes tendencias de híper-nacionalismo y un capitalismo sin restricciones.
A través de nuestros libros y revistas hemos alentado a los maestros a incluir una perspectiva global en su enseñanza — a enseñar de manera crítica sobre la “guerra contra el terror”, maquilas y la labor infantil, las intervenciones militares de Estados Unidos a lo largo del mundo, la ocupación de Palestina y la crisis climática. Más que nunca, necesitamos aprender de las luchas de los maestros y estudiantes en México, Quebec, Chile y a lo largo del mundo, y vernos a nosotros mismos en solidaridad con las personas en cualquier lugar del mundo, que luchan por una mayor democracia y por un planeta en el que se pueda vivir.
Construyamos un sindicalismo de justicia social. Por más de 20 años hemos promovido una visión afirmativa del sindicalismo de justicia social, caracterizado por una mayor democracia y participación por parte de los miembros, asociaciones con grupos comunitarios y la atención a asuntos de justicia social y pedagogía. El número creciente de sindicatos locales y estatales — en la Asociación Nacional de Educación y la Federación Americana de Maestros — que están poniendo en práctica aspectos de este tipo de sindicalismo es alentador y esperamos que inspire a muchos educadores más a llevar a sus sindicatos en esta dirección. Continuaremos publicando artículos que describan esfuerzos ejemplares para incluir a los sindicatos en el amplio movimiento de justicia social.
Apoyemos el activismo estudiantil. Los niños y jóvenes son nuestra mayor esperanza para crear un mundo decente. Como educadores, tenemos la responsabilidad moral y cívica de ser modelos para nuestros estudiantes. Nuestros salones deben ser lugares donde los estudiantes están motivados a pensar críticamente, a ver las cosas desde múltiples puntos de vista — especialmente aquellas que han sido silenciadas — y evaluar a quién sirven estos puntos de vista. Debemos animar a los estudiantes a informarse y tomar acción dentro y fuera del salón de clases. En los meses posteriores a la elección de Trump, miles de estudiantes salieron a la calle a lo largo del país. Creemos que el activismo estudiantil crecerá y debemos promoverlo y apoyarlo. Cuando los estudiantes siguen sus creencias y valores sobre lo que es justo, aprenden que la democracia sucede todos los días, no solamente durante el día de elecciones. Todos estamos juntos en esto.
Nos sentimos esperanzados en el crecimiento constante de la organización para la educación de justicia social durante los años recientes, incluyendo el aumento de las reuniones para la enseñanza de la justicia social a lo largo del país. Una de las reuniones más antigua y significativa es la que organiza todos los años Maestros para la Justicia Social (Teachers 4 Social Justice) en San Francisco; otras han surgido en Nueva York, Boston, Chicago, Milwaukee, Filadelfia, el Noroeste, San Luis y otros lugares. Algunos grupos de educación para la justicia social como Educación para la Liberación y Paso Hacia la Justicia reúnen a maestros, estudiantes, padres y activistas para compartir sus experiencias y conversar sobre estrategias. Nuestro movimiento de rápido crecimiento, tiene un gran potencial de transformar los sindicatos de maestros, escuelas y distritos enteros.
Hace treinta años comenzamos Repensando las Escuelas como un periódico de formato pequeño gratis para los educadores de las Escuelas Públicas de Milwaukee. A medida que hemos crecido, alcanzando una audiencia a lo largo del país, esperábamos que lo que publicáramos ayudara a los educadores a convertirse en maestros y organizadores mejores. Treinta años más tarde, ésta sigue siendo nuestra meta.
Sin duda, se avecinan tiempos increíblemente difíciles pero sabemos que no hay mejor guía que las palabras de Joe Hill, con las que comenzamos hace 30 años: “No nos lamentemos, organicémonos”.
Traducido al español por Floralba Vivas.