Creando el mito de Mandela

By Deborah Menkart

Translator: Nicholas Yurchenco

Illustrator: Kadir Nelson

Mandela, el hermosamente ilustrado libro infantil de Kadir Nelson, ha sido seleccionado como uno de los mejores libros sobre Mandela por muchos grupos, incluyendo Colorlines y Kirkus Reviews. Dado los talentos de Nelson y su fuerte reputación como autor de libros para niños, es probable que Mandela se convierta en un clásico en bibliotecas y aulas.

Basta con una mirada a la portada para ver porque es tan popular el libro. Las ilustraciones son impresionantes. Desgraciadamente, este libro de ilustraciones presenta la misma imagen de Mandela que ha sido la norma en los medios masivos de comunicación. Como lo lamentó el periodista Bob Herbert, los medios de comunicación han reducido a Mandela a un “personaje de cartón adorable y estereotipado”, y el papel central de la lucha anti-apartheid efectivamente se oculta en este proceso.

La creación de mitos en Mandela empieza con el forro del libro: “Mandela vio a sus compañeros africanos pobres e impotentes. Decidió trabajar para protegerlos”. El texto repite esta imagen de Mandela-el-salvador: “Los africanos eran pobres e impotentes. Nelson se hizo abogado y defendió a los que no podían defenderse”. No hay referencia al hecho de que Mandela ingresó en un movimiento. Como el mismo Mandela notó: “Ninguna persona sola puede liberar a un país. Solo se puede liberar a un país si se actúa como un colectivo”. Y Mandela no pudo haber creado el Congreso Nacional Africano (CNA) ya que este se fundó en 1912, seis años antes de que él nació.

Poco en el libro indica que la resistencia a la colonización europea y la supremacía blanca tiene una larga historia que se remonta hasta principios del siglo XVI, cuando los ganaderos africanos derrotaron a los invasores portugueses. El único ejemplo ofrecido de una lucha pre-apartheid pinta a los africanos como agresores: “El pueblo… hizo guerra en contra de los europeos quienes vinieron en búsqueda de tierra y tesoros”. En realidad, los europeos no solo estaban buscando tierra –la estaban ocupando. Y los africanos no hicieron guerra, sino defendieron su tierra. Esta es muy parecida a las descripciones de la historia colonial de los EE.UU., en las cuales los colonos “fueron atacados por indios hostiles”.

Nelson continúa: “Las armas de los colonos eran más fuertes y respiraban fuego”. Esto hace a los africanos parecer sencillos y tan primitivos que atribuyeron la capacidad de respirar fuego a las armas europeas. Desgraciadamente, estos tipos de estereotipos de africanos son normales en la literatura y las películas infantiles, como explican Brenda Randolph y Elizabeth DeMulder en “No sabía que había ciudades en África” (vea la lista de recursos).

Entonces, ¿cómo se explica el apartheid en Mandela? Con una pintura de una playa y este texto: “La gente estaba separada. Playas ‘solo para europeos’. Parques ‘solo para europeos’. Teatros ‘solo para europeos’”. Como señala John Meltzer: “En su presentación de las políticas y prácticas del apartheid, [Nelson] privilegia la segregación social, lo que se ha denominado como el petite apartheid… Es increíble que el autor ni mencione la esencia del grand apartheid: la exclusión política, la fuerte explotación económica y la indignante discriminación social en términos de educación, servicio médico y vivienda que estaban al centro de la oposición de Mandela y el CNA en contra del apartheid”.

La brutalidad del régimen del apartheid no tiene que retratarse en un libro para niños y jóvenes, pero sí sería adecuado para esta edad explicar que la gente negra en Sudáfrica no tenía igual acceso a la educación, los trabajos, la tierra y la seguridad física. Todos estos temas son conocidos por los niños; el concepto de la equidad también se comprende a una edad joven. Tendría mucho más sentido para los niños que Mandela y otros fueron a la cárcel por décadas para obtener necesidades esenciales de la vida y no para tomar el sol con gente blanca.

De igual manera, el único enfoque del movimiento anti-apartheid se presenta como la harmonía racial. Por ejemplo, el libro señala que Mandela viajó a “las naciones libres donde los liberianos, los etíopes y los marroquíes conversaban libremente con europeos blancos y egipcios morenos. Se daban la mano –un vistazo a lo que podría ser la libertad en su propio país. Nelson regresó a Sudáfrica para limpiar su patria del odio y de la discriminación”. En realidad, Mandela viajó a otros países para aumentar el apoyo por el movimiento de resistencia. Pedir ayuda y solidaridad de otras personas es algo que los niños y jóvenes pueden entender.

Las pocas referencias a la solidaridad sugieren que vino de los “ancestros”. Aunque es posible que sea un esfuerzo para ser culturalmente pertinente, el uso de los ancestros en lugar de nombrar a activistas (a parte de Winnie Mandela) es engañoso. Por ejemplo: “Alzar la voz en protesta estaba en contra de la ley y a Nelson le arrestaron y lo encarcelaron por dos semanas con 100 hombres. Bailaban y cantaban, llamando a los ancestros para que se unieran a la lucha por la libertad”. Como señala Meltzer: “Mientras es técnicamente correcto que muchas de las canciones que se usaban en la lucha libertaria tenían raíces en canciones tradicionales sobre los ancestros, la declaración del autor deja la impresión que el propósito principal de estas canciones era interceder con los ancestros, ignorando el papel central que jugó la música en fortalecer el compromiso con la lucha por la libertad y atraer una participación más amplia en el movimiento”.

Esto es especialmente problemático en un libro que no describe el trabajo de otros luchadores por la libertad. Oliver Tambo, Walter Sisulu, Lilian Ngoyi, Ruth First, Joe Slovo, los miles de niños que lucharon por libertad, y muchos más son reemplazados por “ancestros” difusos.

Claro, una historia tipo Disney necesita un final feliz, y aquí está: “Mientras pasaban los años, el mundo presionaba a Sudáfrica para que cambiara. El nuevo presidente estuvo de acuerdo y los letreros de ‘Solo para Europeos’ se quitaron. Playas, parques y teatros se abrieron. El apartheid se acabó”. El libro termina con una pintura de Mandela con su puño en alto, levantándose por encima de una masa de personas cuyas caras casi no se ven en la página. Dice el texto: “Sudáfrica por fin estaba libre”.

Esto no solo confundirá a los niños acerca de las luchas actuales en Sudáfrica, sino también los engañará con respecto a cualquier movimiento social. Hay victorias y momentos importantes, pero la lucha para mejorar el mundo es continua. Esto es cierto especialmente en Sudáfrica, donde el fin del apartheid de ninguna manera marcó el fin de la explotación económica y la desigualdad. El final feliz refleja la narrativa dominante sobre el movimiento para los derechos civiles en los Estados Unidos: cuando la segregación legal terminó se logró la victoria. Los estudiantes no aprenden sobre la oposición de Martin Luther King en contra de la guerra en Vietnam o la lucha continua de los activistas por los derechos civiles para la justicia social y económica.

¿Qué aprenden los niños al leer Mandela? Que los africanos negros sufrieron por siglos porque no pudieron ir a playas blancas y que su única esperanza fue la llegada de Mandela. Mandela fue todo-poderoso y (reforzando un estereotipo demasiado familiar) los africanos son pobres y tienen que ser rescatados.

Mandela cabrá fácilmente en el estante con los libros infantiles sobre Mahatma Gandhi, Martin Luther King Jr., Rosa Parks y César Chávez. La fórmula de estas biografías es presentar a los individuos históricos en aislamiento, no como parte de movimientos sociales. Así que cuando es el momento para enfrentar la injusticia hoy, los niños aprenden a buscar al próximo salvador que los rescate. (Rosa de Nikki Giovanni rompe con este molde, demostrando que es posible contar la historia de un héroe dentro del contexto de un movimiento aun en un libro para niños).

Habrá quienes dicen: “Pero este es un libro para niños y jóvenes. Aprenderán la verdadera historia más tarde”. He aquí el problema. Pide a cualquier adulto que te hable del movimiento por los derechos civiles o de las luchas de la Unión de Campesinos. Lo más probable es que reciten los mismos nombres que aprendieron de los libros ilustrados en el kínder y cada año desde entonces. No solo han aprendido a nombrar a Martin Luther King Jr. y a César Chávez –han aprendido que todas estas personas fueron omnipotentes y que nadie más importa. Lo mismo será cierto con Mandela. Si no desafiamos la creación de mitos en los libros infantiles, su imagen se usará para evitar las muchas lecciones que se pueden aprender de la vida, el intelecto, el compromiso, la valentía y la humanidad de Nelson Mandela como parte de una lucha colectiva.

Espero que las ediciones futuras de este libro y los nuevos libros sobre Mandela hablen de las interesantes historias de su vida para inspirar e informar a los lectores jóvenes. Esto sería un verdadero tributo a su legado.  

Recursos

Deborah Menkart es la directora ejecutiva de Teaching for Change y co-directora del Zinn Education Project.

Nicholas Yurchenco (nyurchenco@gmail.com) es un escritor, traductor y músico independiente basado en Portland, Oregon.