Aumentando la resistencia en contra de los exámenes estandarizados

By the editors of Rethinking Schools

El Secretario de Educación de Estados Unidos Arne Duncan desencadenó una torrente de críticas el noviembre pasado cuando le dijo a un grupo de superintendentes escolares que la oposición a los Estándares Comunes Estatales (Common Core State Standards) venía de “mamás blancas de los suburbios que –de repente– se habían dado cuenta que sus hijos no eran tan brillantes como pensaban y que sus escuelas no eran tan buenas como pensaban”.

Las mamás blancas de los suburbios son un sector entre muchos que han desempeñado un papel importante en organizar la resistencia a los exámenes estandarizados a través de manifestaciones que han facilitado victorias importantes en Texas, Long Island y más allá, mientras luchan para defender a sus hijos del abuso por parte de una industria multimillonaria de exámenes que está homogeneizando el sistema educativo y drenando los recursos limitados de los distritos escolares. La obsesión con la información y los exámenes está exprimiendo el profesionalismo de la enseñanza y la alegría del aprendizaje.

Pero el comentario de Duncan acerca de “las mamás blancas de los suburbios” y la siguiente cobertura de los medios de comunicación –quienes retrataron el incidente como un simple error por parte de un oficial de gabinete torpe al elegir palabras poco elegantes– ocultan dos hechos esenciales: el ataque en contra de los exámenes estandarizados siempre ha afectado más a las comunidades de color y los activistas de color están desempeñando papeles de liderazgo en el movimiento para parar estos abusos.

Con el pretexto de cerrar la brecha de rendimiento, comunidades enteras de gente de color a través del país han visto sus aulas convertidas en centros de preparación para exámenes, en donde el tiempo que se gasta estudiando estrategias para eliminar respuestas equivocadas ha hecho a un lado la investigación, la colaboración, la creatividad, el pensamiento crítico, las artes y la pedagogía culturalmente relevante. Dos ejemplos claros de cómo los exámenes estandarizados apoyan el racismo institucional son Chicago y Filadelfia, en donde están utilizando los exámenes para etiquetar las escuelas en las comunidades de color como “fracasos” y cerrarlas a un ritmo sin precedente.

Una sórdida historia

Los Estados Unidos tiene una larga historia de usar los exámenes de inteligencia para apoyar la supremacía blanca y la estratificación de clases. La entrada inicial de los exámenes estandarizados a las escuelas públicas fue en los años 1920, apoyados por los eugenistas cuyo seudociencia promovía la “superioridad natural” de los hombres ricos, blancos y nacidos en Estados Unidos. Desde entonces, los exámenes estandarizados han disfrazado lo que es el privilegio de raza y clase como supuesto mérito. El uso consistente de las calificaciones de los exámenes para antes demostrar una brecha de “capacidad mental” y ahora una brecha de “logros académicos” expone la naturaleza intrínseca de estos exámenes: están diseñados para mantener la desigualdad, no para servir como un antídoto en contra de las desigualdades educativas.

Afortunadamente, después de una torrente de exámenes estandarizados que duró una década gracias a la ley Que Ningún Niño Se Quede Atrás (No Child Left Behind), la Carrera a la Cima (Race to the Top) y ahora los Estándares Comunes Estatales (Common Core State Standards), un movimiento de resistencia sin precedente ha surgido por todo el país este último año. El levantamiento tiene antecedentes importantes, pero alcanzó nuevos niveles cuando los educadores de la Escuela Secundaria Garfield en Seattle se negaron a administrar la prueba MAP en el invierno del año escolar 2012-13. El desafío de los educadores de Garfield inspiró a otros por toda la ciudad de Seattle, y luego en todo el país, en lo que llegó a conocerse como la Primavera de la Educación (Education Spring). Cientos de padres en Long Island se negaron a registrar a sus hijos para los exámenes; en Portland, Chicago y en Colorado, los estudiantes salieron de las aulas en donde se administraban sus exámenes estandarizados; y en Texas, las protestas ayudaron a parar 10 de 15 pruebas requeridas para graduarse.

En el centro de Providence, Rhode Island, los peatones se asombraron cuando una tropa de jóvenes espantosos –vestidos con ropa ensangrentada y caras pálidas y moribundas– se reunieron enfrente del edificio del departamento de educación del estado, donde un estudiante anunció:

Estamos aquí para protestar en contra del uso de los exámenes estandarizados y los espantosos efectos que han tenido sobre los jóvenes de nuestro estado. Juzgar toda nuestra educación, todo nuestro futuro, sobre la base de un solo examen es como quitarnos la vida –es convertirnos en fantasmas. Es por eso que estamos aquí hoy, en frente del Departamento de Educación de Rhode Island, como los zombis en los que nos va a convertir esta política. Estamos aquí para decir: ¡Sin educación, no hay vida!

El movimiento crece

Con la llegada de una nueva batería de exámenes de los Estándares Comunes Estatales, la creatividad, el dinamismo y el poder de la Primavera de la Educación no muestran señales de disminuir. La mayoría de los padres de la Escuela Primaria Castle Bridge en la ciudad de Nueva York decidieron que sus hijos no tomaran un examen estandarizado que finalmente tuvo que ser cancelado debido a la falta de participación. California estableció una moratoria de un año sobre el uso de los exámenes de los Estándares Comunes Estatales para tomar decisiones sobre quién es “responsable”, un modesto paso que provocó las amenazas por parte de Duncan de retener cientos de millones de dólares de fondos federales de educación. La Federación de Maestros de St. Paul logró que incorporar al contrato laboral una reducción en el tiempo de enseñanza asignado a la preparación y administración de estos exámenes. En Portland, Oregón, el nuevo contrato del sindicato de maestros “prohíbe que el desempeño de los estudiantes en los exámenes estandarizados se utilice como base para transferencias involuntarias, despidos, una reducción de salario y/o lenguaje disciplinario en contra de los maestros”. En Chicago el mes pasado, 100 por ciento de los profesores de María Saucedo Scholastic Academy votaron por boicotear la Prueba de Logros Académicos del Estado de Illinois (Illinois State Achievement Test), respaldado por todo el apoyo de la Unión de Maestros de Chicago, que la clasificó como “una prueba obsoleta [que] no tiene ninguna utilidad para los educadores o administradores. . . y nada más sirve para agregar otro examen estandarizado”. El voto para el boicot se dio a cabo inmediatamente después de una conferencia de prensa organizada por representantes de más de 500 padres a través del distrito que han optado por no permitir a sus hijos tomar la prueba.

Enfrentando al racismo

Y, sin embargo, para que este movimiento realmente cumpla su potencial se requiere una comprensión más profunda de cómo las diferentes comunidades están siendo afectadas por estos exámenes. Si el poder de la solidaridad va a salvar nuestras escuelas, más activistas de clases privilegiadas y por su mayoría blancos tendrán que desarrollar una comprensión antirracista del movimiento en contra de los exámenes estandarizados, como también reconocer las barreras que enfrentan las comunidades de color al unirse al movimiento en contra de tomar los exámenes, incluyendo el temor real de los padres de color que las escuelas de sus hijos se cerrarán si no los animen a sacar una buena calificación en las pruebas. En algunos casos los padres de color han expresado su apoyo por los exámenes estandarizados como una forma de hacer que los sistemas escolares se hagan responsables por la educación de sus hijos, ya que muchas veces estos mismos sistemas han descuidado a los estudiantes de color sistemáticamente, los han disciplinado desproporcionadamente y los han dejado valerse por sí solos en las escuelas con menos recursos.

En este contexto es fundamental que el movimiento en contra de tomar los exámenes estandarizados y a favor de boicotearlos sea congruente y claro: estos exámenes estandarizados no solo limitan al currículo, también matan la creatividad y degradan la calidad de la educación para todos –estos exámenes dirigen a los jóvenes negros y morenos a las cárceles en números sin precedentes. Como señala Michelle Alexander, la autora de El nuevo Jim Crow (The New Jim Crow), hoy hay más personas de raza negra encerrados en las cárceles que esclavos en las plantaciones de 1850. La conexión que existe entre las escuelas y las cárceles contribuye de gran manera a esta atrocidad. En el estudio del 2013, “Exponiendo la conexión entre la escuela y la cárcel” (“The School to Prison Pipeline Exposed”), Kevin Lang, un profesor de economía de la Universidad de Boston, revela que los aumentos en el uso de exámenes finales estandarizados en las escuelas secundarias están relacionado con el aumento en las tasas de encarcelamiento.

Así que no es para nada sorprendente que los activistas de color han desempeñado un papel central en el avance de las luchas más importantes en contra de los exámenes estandarizados. Para citar solo algunos ejemplos: los copresidentes de la Asociación de Padres de Familia (PTA, por sus siglas en inglés) de la Escuela Primaria Castle Bridge, Dao X. Tran y Elexis Loubriel-Pujols, ayudaron a dirigir su escuela –en la que 72 por ciento de los estudiantes son de color– en una protesta exitosa en contra de tomar los exámenes. Karen Lewis, presidenta del Sindicato de Maestros de Chicago, ha encabezado la campaña Déjenos Enseñar (Let Us Teach) en contra de los exámenes estandarizados en su ciudad. El profesor de la secundaria y editorial adjunto de Rethinking Schools, Jesse Hagopian, fue uno de los líderes del boicot en contra del examen MAP en Seattle, protesta que fue apoyada enérgicamente por el capítulo local de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP, por sus siglas en inglés).

Una lucha multirracial en contra de la industria y las políticas que propagan los exámenes estandarizados –es decir, un movimiento explícitamente antirracista que enfrenta las problemáticas de desigualdad de clases– tiene el potencial de cambiar los parámetros del debate sobre la reforma educativa y concebir un mundo en donde se utilizan evaluaciones auténticas para apoyar a los estudiantes mientras investigan cómo lograr la justicia social.

Objetivos claros, una abundancia de estrategias

Ya que los intereses relacionados con estos exámenes son diferentes para distintas comunidades, este nuevo movimiento en contra de los exámenes estandarizados debería ser multifacético. Tomar la decisión de no participar (opting-out) y boicotear las pruebas pueden ser un acto ejemplar de resistencia a nivel individual. Pero esta táctica es más poderosa cuando pasa de ser una acción individual a una acción colectiva que sea parte de un movimiento masivo de resistencia y de protesta con muchos puntos de entrada y expresiones. Otras posibilidades incluyen presionar a los políticos a que tomen los exámenes públicamente, proyectando películas en la comunidad sobre los exámenes, negándose a enseñar solo para preparar los estudiantes para las pruebas y usar la pedagogía de la justicia social en el aula para ayudar a los estudiantes a que piensen críticamente acerca de los desagradables orígenes y abusos relacionados con los exámenes estandarizados.

Rethinking Schools está colaborando con una campaña coordinada a nivel nacional de las organizaciones populares que se han unido para defender la educación pública en contra de los abusos de los exámenes. Esta nueva coalición ha iniciado lo que llamamos “Primavera de la Resistencia y la Reforma de los Exámenes Estandarizados” (“Testing Resistance and Reform Spring”) en un esfuerzo para apoyar los boicots en contra de los exámenes, protestas, esfuerzos para no tomar los exámenes (opt-out), foros comunitarios y campañas de peticiones. Instamos a los lectores de Rethinking Schools a enviarnos anécdotas de sus propias acciones desafiando y rechazando la manera en que los alumnos y los profesores son reducidos a simples calificaciones. Hemos ganado el debate en contra de los exámenes estandarizados, ahora debemos respaldar esto con un movimiento de resistencia organizada.  

Shireen Cotterall, BFA, BEd, MEd (shireenc@gmail.com) es una maestra de español y de artes plásticas de enseñanza secundaria originaria de México que vive y trabaja en Vancouver, Canadá.