(Traducido de ingles por Floralba Vivas)
El historiador Howard Zinn escribió una vez, “En un mundo donde la justicia está mal distribuída no hay algo como una recapitulación representativa o neutral de los acontecimientos.” Nosotros estamos de acuerdo. Cada currículo comienza de ciertas convicciones sobre el mundo, aún cuando éstas no sean conscientes. La neutralidad no es posible ni deseable. La enseñanza -sin importar nivel de grado o materia – siempre toma su lugar desde el trasfondo de ciertas realidades globales.
Y así como los artículos de este libro documentan ampliamente, las realidades de hoy en día son desesperanzadoras: Vastas desigualdades de riqueza se asientan más y más, la tierra se consume y se contamina a pasos agigantados, y los valores comerciales están suplantando los valores humanos. Parece que todos los aspectos de vida ahora usan los avisos de “a la venta” y están sujetos a la privatización. Con las patentes de los códigos genéticos de plantas y aún de seres humanos, se nos excusa por sentir que nuestro mundo está entrando en una extraña repetición de capítulos de “El más allá.” En nuestra función de editores de Rethinking Schools observamos, en la editorial de nuestra decimoquinta edición aniversaria: “Los sueños-deseos de los privatizadores han sido claramente ejemplificados en el anuncio de la tarjeta Master Card el cual describe a un subastador ofreciendo su último artículo para la venta: La letra ‘B,’ el color rojo, la fuerza de gravedad. El anuncio se deleita en un futuro donde hasta el último aspecto de la vida ha sido transformado en una comodidad.”
En un mundo donde la idea misma de “público” está siendo amenazada, sería irresponsable para los educadores fingir neutralidad. La meta pedagógica en este contexto social necesita ser la “verdad” más que el “balance” – si por balance entendemos el dar crédito a aquello que sabemos que es falso y que de alguna manera cuenta con un esparcimiento en la cultura dominante. El maestro o maestra quien se enorgullezca en no revelar sus propias “opiniones” a los estudiantes ejemplifica un modelo de apatía moral.
Sin embargo, nunca incitaríamos a los maestros a que protejan a sus estudiantes de aquellos puntos de vista que pueden encontrar repugnantes. Todo lo contrario, la manera de desarrollar una educación global crítica se consigue solamente a través del envolvimiento directo con ideas diversas. Tampoco sería en ninguna instancia apropiado para los maestros dar a los estudiantes opiniones preconcebidas sin dotarlos de las herramientas para que puedan desarrollar sus propias ideas acerca de asuntos importantes. Simplemente porque no hayamos dado “igual cantidad de tiempo” en este libro a los promotores de la globalización manejada por las corporaciones no significa que debamos negar a los estudiantes la perspectiva pro-globalización.
Vemos una muy marcada diferencia entre un currículo predispuesto y uno partidista. La enseñanza está predispuesta cuando ignora las múltiples perspectivas y no permite el cuestionamiento de sus propias proposiciones y creencias. Contrariamente, la enseñanza partidista, invita a la diversidad de opiniones pero no pierde de vista la meta del currículo: alertar a los estudiantes acerca de la injusticia global, buscar explicaciones, y exhortarles al activismo. Este es el tipo de enseñanza que esperamos retoñe de Rethinking Globalization.
Last Updated Fall 2004